martes, 10 de enero de 2012

UNA MÁS DE AIR NOSTRUM

Qué cachonda que es la vida. El sábado por la tarde les pedí a mis compañeros de este periódico que si podríamos trasladar esta columna permanentemente a los martes. Casi todos mis viajes tienen como día de regreso un domingo y a veces me es imposible cumplir con vosotros, lectores adorados y recortados, que os quedáis con la tostada en la boca y sin vuestro raje de los lunes. En fin, que muy diligentes ellos, me contestan que sí, que como yo guste, así que a partir de ahora saldrán mis palabras publicadas los martes. En estas cosas estábamos porque el domingo debería de haber puesto rumbo a Tenerife, previa escala en nuestra querida y obligada ciudad de Málaga. Cargadito de maletas, paquetes, añoranzas y deseos por un regreso futuro a esta Melilla del alma y hoy de algo más (de los co…) me planté en el aeropuerto y a la media hora me estaban cancelando el vuelo por toda la cara. Resulta que el avión que venía desde Granada llevaba un retraso excesivo y a estas lumbreras del aeropuerto no se les ocurrió otra cosa que meter en el avión que tenía que haber ido a Málaga a los pasajeros con rumbo a la ciudad de la Alhambra que estaban esperando aquí desde hacía horas. Mejor mandarlos a ellos que dejarlos aquí tirados para recolocarlos después en otros trayectos a Málaga porque, seguramente, le hubiera supuesto a Iberia pagarles el transporte hasta Granada por carretera. Minutos después cancelaban un segundo vuelo. Y uno miraba el cielo y veía el sol espléndido, la falta de viento, la ausencia de nubes y el lunes jodido. Lo que ocurre aquí en Melilla con los aviones es de juzgado de guardia. No sé a quién tengo que dirigir estas palabras, no sé a qué autoridad, pero sea la que sea, situaciones como estas no pueden repetirse. Es la triste historia de siempre. Es otra vez esa sensación de desamparo, de abandono, de presidio, incluso, porque éramos tantos en el aeropuerto que no podíamos salir. Incluso saliendo, muchos perdíamos otros aviones que debíamos haber cogido en Málaga. Esta gente, o mejor, esta compañía, Air Nostrum, juega con el destino de los viajeros, con su tiempo, con sus planes, con sus sentimientos. Juega con nuestra vida y, lo que es peor, no parece importarles lo más mínimo. Hoy me siento más melillense que nunca, tirado como tantas otras veces, maltratado en los mostradores de facturación, pensando qué hacer, qué vuelos buscar, qué papeles rellenar, etc. Si hay mucho tráfico aéreo, que pongan más aviones, que bien caros que cobran los pasajes. O lo contrario, que no pongan tantos y no quieran abarcarlo todo. Desde luego que lo que no se puede tolerar es que mañana no podamos asistir a nuestros trabajos por cuestiones que no son ni climatológicas, ni técnicas, ni nada de nada. Algunos han podido ser realojados en otros vuelos, pero son los menos. Casi todos tendremos que volar el lunes. A Fomento, a Turismo, a la Presidencia. No pueden ustedes consentir que en fechas como estas el único medio de transporte rápido con el que cuenta la ciudad sufra estos inconvenientes. Y me dirijo a ustedes, directamente, porque todos sabemos que ni es la primera vez que ocurre esto ni será la última. Qué decepción. A veces Melilla harta.

José María García Linares (09/01/2012)

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