lunes, 20 de septiembre de 2010

QUÉ CHUNGO



Monumental fue la bronca entre Sarkozy y Barroso. A voces, nos dicen periodistas un tanto escandalizados, mientras la Merkel intentaba poner algo de paz. Como diría cualquier reportera española, "se vivieron momentos de tensión". Menuda frasecita esta última. Hasta en la sopa la tenemos. Qué dirán los hipertensos. Lo cierto es que Sálvame ha llegado a la UE, con una Belén Esteban más rolliza y con peor carácter, y además alemana, que se dice pronto. "Si me queréis, irse", parece decirles el presidente francés (libertad, igualdad y fraternidad) a los gitanos rumanos, que hacen colas en los aeropuertos o en las paradas de autobús, como en otros tiempos las hicieran los judíos en las estaciones ferroviarias. Uf, qué tiempos más chungos (no tiene nada que ver con Los Chunguitos) estamos viviendo. Tengo la sensación de que todo lo que nos rodea se fractura, se cae, empieza a desaparecer. Son tiempos de crisis, pero no sólo de la economía. La política, más que nunca, navega sola de espaldas a los ciudadanos, obsesionada con lo que ella misma ha decidido que es lo importante, devorándose y alimentándose de sus propias miserias mientras los que vivimos en estos tiempos convulsos nos las apañamos como podemos con los restos. Lo peor es que todo acaba haciéndote gracia, ¿verdad? Uno pone la tele y se ríe de todo, no porque se haya convertido en un imbécil (si alguien lo cree, está en su derecho), sino porque no puede hacer nada para evitarlo.
Mientras los gitanos son estigmatizados y expulsados, Benedicto XVI se ha ido unos días a Reino Unido a gastar 24 millones de euros por pasearse engalanado (cada día me recuerda más a Lady Gaga) y tomar el té con la Reina, oye, su derecho tiene a irse de pingoneo a donde quiera, pero digo yo que algo podría decir, y además con contundencia, sobre lo que está ocurriendo en Francia. Viéndolo así, agotadito de pedir perdón, le da a uno hasta pena. Pena de que todo sea una tomadura de pelo. Qué verdad es lo que dijo Sancho Panza, que en este mundo sólo hay dos linajes, el de los que tienen y el de los que no. De todas formas, alguien engaña a Lady Ratzinger, porque ni en primera clase te cuesta tan caro un billete de avión (bueno, en Air Nostrum por ahí anda la cosa), y si te haces con unos bonos de esos para hoteles, todo el paquete no asciende a mil euros.
Rajoy, que es una eminencia, sí se ha dado cuenta de la problemática de los billetes, y eso que habrá viajado a Melilla de gañote (Camps le ha encargado unas chilabas, que son más fresquitas y mucho menos ostentosas). A la Cospedal no le ha hecho mucha gracia. Querría haber venido también para llevarse un lámpara de esas de aceite, a ver si frotándola el genio le concede la Vicepresidencia del futuro gobierno del PP. Parece mentira que nos venga ahora don Mariano con que debemos mejorar las comunicaciones, cuando en los años dorados de Aznar, melillense de pro, teníamos los mismos problemas de transporte que en la actualidad. Qué aburrimiento. Qué risa. Sí que me gustó ver a Rajoy por la tele pasear junto al California, con todos sus simpatizantes parándolo por la avenida, con nuestras autoridades rindiéndole pleitesía, con esa luz tan bonita que tiene Melilla en el mes de septiembre. Ha venido a estar. Qué simple y qué hermoso, ¿no? A celebrar la españolidad de la Ciudad Autónoma. (Silencio. Momento de tensión, qué lorquiano me ha quedado esto…). Me voy a callar y a hablar del tiempo. La semana que viene entra el otoño. Ya refresca por las mañanas. Hay que ver el mar lo planito que está en estas fechas. Las Pascuas a la vuelta de la esquina.

José Máría García Linares (20/09/2010)