martes, 15 de mayo de 2012

PECERAS


Llevo tarareando el “Quisiera ser un pez” de Juan Luis Guerra desde el domingo por la mañana. Qué sudores, qué ahogo, qué sensación de que se me va a desplomar el cielo encima. Nunca he llevado bien el calor (herencia de mi abuela, que se ponía a morir) y a mitad de mayo, mucho menos. Parece que me he instalado, de golpe y porrazo, en pleno agosto, a 37 grados pero con 37 alumnos. ¿Ves? Ya tengo el verano metido en el cuerpo. No tengo ganas de nada, nada más que de zambullirme en el mar y beber café con hielo. De trabajar ni te cuento, lector acalorado, porque yo no soy de los que viven para trabajar, sino de los que trabajan para vivir, aunque ganen menos. Estoy por encima, al menos en mi pensamiento y mi discurso, de aquellos que se aprovechan del contexto e intentan persuadirnos de que hay que trabajar más. No señor. Hay que trabajar mejor, que es distinto. La esencia del hombre no es trabajar ni producir. Esa es la del capitalismo. El tiempo del trabajo no es ni debe de ser nunca el tiempo de la vida, y no deberíamos de olvidarlo en estos tiempos convulsos. Que no nos ciegue el miedo.
            Hacer mejor las cosas no requiere necesariamente aumentar ni el tiempo, ni el gasto, ni esfuerzos extraordinarios. Necesita de la buena organización, de la solvencia y de la preparación de quienes tienen que poner en funcionamiento la máquina y que es lo que ha faltado en este país desde hace décadas.
            La ruina del actual sistema público de Educación no es sólo una consecuencia del recortazo del gobierno del PP. El ministro Wert es, básicamente, la guinda (no el Guindos) o, en términos taurinos que tanto gustan al inefable, el estoque final de una corrida que lleva más de quince años retransmitiéndose por La 2. Es de justicia señalar, ahora que se ha convocado una huelga general de todo el sector educativo español para el día 22 de mayo, es de justicia, digo, señalar que la crisis o la gestión de este gobierno no son las causantes de los malos resultados o del desastre educativo español que venimos escuchando desde hace bastantes años. Lo que está ocurriendo ahora es que los trabajadores de este sector están en peligro, pero como los de tantos otros. Muchos de los que hoy alzan la voz llevan callados demasiado tiempo viendo cómo las nuevas generaciones han ido poco a poco fracasando sistemáticamente por obra y gracia del socialismo más ramplón e inculto; cómo la administración ha ninguneado al profesorado y lo ha desprovisto de la autoridad, aprobando en los despachos lo que era imposible de aprobar en las aulas; cómo los currículos y las asignaturas básicas se han ido adelgazando; cómo, en este bendito país, se ha podido pasar de curso sin aprobar las asignaturas; cómo se ha hacinado a los estudiantes en barracones desde hace lustros; cómo el conocimiento ha caído en desgracia en los claustros frente al peloteo y los méritos administrativos; cómo se ha matriculado al alumnado inmigrante en función de su edad y no de su conocimiento, etc.
            El sector público educativo debe de parar el día 22 no sólo por ese aumento de horas o por el aviso del recorte de plantilla o de becas. También porque llevamos años desarrollando nuestro trabajo en unas condiciones deplorables y en unos centros en donde el conocimiento y el esfuerzo son lo de menos. Algunos, estos días, intentan dar su clase en aulas prefabricadas, parecidas a peceras en donde más de treinta personas flotan, se hunden y se ahogan como peces en su propio sudor.

            José María García Linares (15/05/2012)