lunes, 17 de enero de 2011

JUBILADOS


Y en medio de toda la polémica sobre las pensiones, la jubilación, la vejez y la muerte (porque en definitiva es de lo que se está hablando) el Real Madrid reconoce que quiere volver a fichar al veterano Van Nistelrooy, al que vendió la pasada temporada, entre otras cosas, porque tenía una edad considerable. Resulta que ahora puede ser la mejor opción por su hábito, por su recorrido vestido de blanco, por su conocimiento del club, por ser un jugador ducho, curtido, aguerrido y entrenado…es decir, porque el tiempo, la edad y la madurez, a pesar de que merma cualidades físicas, no son otra cosa que sabiduría y experiencia, y, como dice el refrán, la experiencia es un grado. Mi tío Juan siempre ha defendido que uno de los problemas de este país es que no sabe aprovechar la preparación y el conocimiento de sus mayores. Que se les jubila y se les olvida, sin ofrecerles a quienes las quisiese opciones, por ejemplo, de asesoramiento con las que las empresas, sin duda, saldrían ganando a cambio, por qué no, de una remuneración simbólica. Hablando en plata, que en España los jubilados sólo valen para contemplar las obras de una rotonda o de un bloque de pisos, y hoy ni eso, porque la construcción no goza de buena salud. A lo largo de miles de años se ha ido perdiendo la consideración en la que vivían los mayores, el respeto hacia su sensatez y su cultura, el consejo que podían ofrecer a los jóvenes que empezaban sus vidas de adultos. Y no es sólo la figura de Van Nistelrooy la que abre el debate sobre el valor de la experiencia atesorada a lo largo de la vida, sino que también hemos sabido que Felipe González y José María Aznar han sido fichados por dos empresas energéticas como consejeros y asesores, con sueldos astronómicos según nos han dicho los medios de comunicación. Independientemente de la ideología política de cada uno, es evidente que sus opiniones, sus consejos y los conocimientos que atesoran serán muy tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones. Que existan intereses o que sean mediáticos no es aquí lo principal, sino que tanto el uno como el otro están rodeados del aura del pasado, como si fueran viejos contadores de historias de tribus ancestrales que, alrededor de una hoguera, relatan con la mirada perdida leyendas olvidadas o cantan canciones dedicadas a los espíritus del cielo y de los bosques, mientras sus oyentes los miran con los ojos del asombro, de la admiración y de la sed por conocer.
Que cobren más o cobren menos es otro debate. Es cierto que resulta escandaloso que sigan metiéndose en la buchaca los 80.000 euros anuales del estado en términos de pensión vitalicia cuando están recibiendo un elevadísimo sueldo por parte de dos empresas privadas. Una persona normal y corriente que está jubilada y que cobra su pensión no puede estar trabajando y cobrando otro sueldo íntegro, o al menos eso era lo que yo tenía entendido, aunque estoy harto de verlo (a ver si los ven también los inspectores). Pero repito que no me interesa hoy esta problemática. Es curioso que en medio de tanta pensión y tanta incertidumbre por lo que nos pasará dentro de 35 años resurjan de sus cenizas estas tres aves de fuego rodeadas de la magia y el misticismo que da una vejez de barba blanca. Cómo no acordarme aquí de Albus Dumbledore, el maestro de Harry Potter, con sus ojos arrugados y llenos de tiempo. El mejor mago. El más viejo.
José María García Linares (17/01/2011)