miércoles, 31 de agosto de 2011

REGRESO EN UNOS DÍAS

Después de mis merecidas vacaciones, el próximo lunes estaré aquí de vuelta. Trabajar es antinatural, pero qué le vamos a hacer. En fin, hasta pronto.

HE VUELTO, ABUELITO

Al igual que las serpientes del mercado medieval, yo también he vuelto. Es verdad que no estoy tan estilizado como el reptil amarillo que pasean por el pueblo, pero mi lengua sigue gozando de una salud de hierro. Otro año más, otro verano más. Cada vez que digo “he vuelto” me acuerdo de la pobre Heidi corriendo casi en pelotas por los Alpes en busca de su entrañable abuelito, tirando al aire su sombrero y jugueteando con Niebla. También se me viene a la cabeza escenas de las novelas de Rosamunde Pilcher, esas casas enormes frente a los acantilados, abuelillas de miradas lúcidas haciendo magdalenas y balances de una vida a punto de terminar, amoríos y desencantos, en fin, un montón de tonterías que sólo pasan en las historias ambientadas en el Reino Unido o en Escocia. Incluso llego a rememorar las reapariciones sorprendentes de personajes que creíamos muertos en Falcon Crest y que se presentaban en la puerta de la triste viuda o de la madre malvada para terminar de complicarlo todo.

Volver. Qué bonito. Ya he hablado en otras ocasiones de estos regresos. También de las idas, de las vueltas, del levante y del poniente. Uf, he hablado de tantas cosas que el mes de julio se me presenta como una cuesta arriba insuperable, por eso voy a cerrar la temporada hoy mismo. Lo decidí el sábado, dando un paseo por la playa, rodeado de gente, de sombrillas, de plásticos en el agua y de cáscaras de pipas en la arena. Aquí no hay conciencia ecológica de ningún tipo, por cierto y aunque me desvíe un poco del tema. Entre las colillas, las tapas de los yogures y esa visión del horizonte con los dos puertos a punto de tocarse, en unos años en vez de una bahía tendremos una ciénaga, como la de Shrek. Pero como todo no va a ser crítica, te diré, lector, que el alma me dio un vuelco de esperanza cuando vi a una joven haciendo top-less después de ver a otras bañándose vestidas. Qué alegría, eso sí que es hacer historia, es nuestra particular Libertad guiando al pueblo. Por fin llega el destape a Melilla con su aire fresco e higiénico. A eso le añades que las autoridades me han puesto unos puentecitos en los espigones para que no tenga que dar rodeos por esas arenas calientes y llenas de cristales de litronas, y puedes imaginarte mi satisfacción. Esto es progresar y es de justicia reconocerlo. Así que, te decía, en ese paseo estival sufrí una especie de revelación y, aunque no me caí del caballo como San Pablo, porque no tengo montura ni soy ni seré santo nunca, de repente se me iluminó esta fatiga que me he traído y me dije, “cállate que ya está bien, que vas a cansar a la gente”. Dicho y hecho. Si Carles Francino y Gemma Nierga se han ido de vacaciones, ellos que cobran, yo, que hago todo esto por amor al arte, me largo también. Ha sido una temporada muy provechosa, y para la siguiente prometo emociones sin límites. Nuevos personajes, tramas novedosas, traiciones y desenfreno, todo lo que tú quieras y más. ¿Ves? Estoy más quemado que Raúl y Guti juntos. Te doy las gracias por seguirme cada lunes, por acercarte a mi blog, por pararme por la calle, etc., y animo a todo el que me vea y quiera a invitarme a una cerveza. Nunca diré que no, a la manera virginal. Aquí pongo el punto y final. Nos vemos en septiembre. Buen verano a todos y, otra vez, gracias.

José María García Linares (05/07/2011)