martes, 28 de febrero de 2012

UNIWERTSAL

El ministro de Educación, Cultura y Deportes está tirando la casa por la ventana. Tiene tantas carteras en su poder que apenas le queda tiempo para la reflexión sosegada y la mesura lingüística. La mayoría de Rajoy, nos dice en su nuevo libro, no es absoluta, sino universal. Sí, así es este nuevo tiemPPo, exagerado, delirante e incomprensible, con una Cospedal llena de gracia y legitimación, con su Soraya Sáez de Santa María Madre de Dios (ruega por nosotros), vicepresidenta católica, esposa laica a lo izquierdoso y perroflaútico y con un ministro de Educación cada día, según se desprende de sus palabras y medidas, más uniwertsal, trinitario, incluso.
Afirmaba Wert hace unos días que eso de que las lumbreras españolas tuvieran que marcharse al extranjero para poder seguir investigando no era tan malo. Siempre podrán volver, continuaba, cuando la cosa mejore. Aquí en España ya sabemos que lo importante es el deporte (también en manos del ministro). Desde el colegio a la universidad, el éxito está en quienes mejor toquen las pelotas. Los investigadores, artistas, estudiosos de las distintas áreas del conocimiento, etc., mejor que pongan pies en polvorosa. Malditos empollones, todo el día puntualizando y matizando estupideces que no nos van a hacer millonarios. Aquí queremos un Cristiano Ronaldo (un RoWerto Soldado, un Fernatno ToWert, ahora que se acerca la Eurocopa), no un Ramón y Cajal (hoy convertido en dos personas por obra y gracia de la conjunción y la ignorancia). Ahí debe de estar la explicación a la represión policial valenciana contra los estudiantes. Hay que animar a estos impúberes que están en esa fantástica edad en la que se absorbe todo a emprender aventuras allende los mares. Venga, venga, todo el mundo zumbando al Reino Unido o Canadá, que allí se está la mar de bien. Becas en forma de porras, insuperable estrategia de persuasión. Ya me hubiera gustado a mí que nos dejaran a los docentes argumentar con estas técnicas para invitar a más de uno a que se quedara en su casa pero, claro, siempre desde el respeto y el sentido de Estado.
Es verdad que el inefable ministro no tiene la culpa del esperpéntico episodio del colegio Santa Illa, pero a poco que tire uno del hilo, en esto de Educación, van saliendo cosas que ni en los tebeos de Rompetechos. Ay, lo que yo hubiera dado porque en una triste mañana de colegio, a mis catorce o quince años de edad, hubiera venido un camión y se hubiera llevado hasta las palmeras de la entrada y al cura que dirigía el centro. El sueño de todo joven hecho realidad. Eso sí que hubiera sido seguridad social pero de la buena. Tenemos que incentivar el sector privado. Pues ahí lo tienes.
Decía don José Ignacio, con sombrero y tirantes, el domingo en la contraportada de El País (es que no se calla ni por un momento) que un país, valga la redundancia, es lo que son sus profesores, y claro, te partes. Mal pagados, vilipendiados, congelados, insultados, vamos, como nuestra España querida en el extranjero, en donde tenemos a nuestros cerebros, que son lo que acaban mentándonos a nuestras madres.
Todo parece endemoniadamente relacionado.
Ahora nos está dando la matraca con la fragata Mercedes, haciéndose con su tesoro al más puro estilo de John SilWert, el pirata de Stevenson, pero a lo José Ignacio. No lleva el loro en el hombro, qué extraño… Claro, se lo ha debido de dejar en la vicepresidencia del gobierno, que allí hay mucho que hacer. Genial, ¿verdad? Lo que yo te diga, lector. UniWertsal.

José María García Linares (28/02/2012)