lunes, 19 de julio de 2010

WAKA, WAKA


Hace ya una semana que España ganó el mundial. Me sigue pareciendo increíble, pero todo apunta a que es cierto. Qué noche de pitos y de coches. Esto parecía una macroboda moruna de esas que ni en Las mil y una noches. Qué escándalo. ¿Por qué pitamos cuando estamos felices? Curioso y molesto, todo hay que decirlo. Fuimos de nuevo españoles de pura cepa, como en tiempos de Carlos V. El mundo, por fin, volvió a ser nuestro. Ay, el Imperio… Cuánta nostalgia, la misma que la que tiene a Moratinos sollozando de gusto cada vez que se trae a España a un expresidiario cubano. De verdad, la gente se queja por vicio. ¿Dónde, mejor que aquí, van a estar estos presos políticos? Para eso descubrimos nosotros América, la conquistamos, arrasamos a sus pueblos y les llevamos el catolicismo. Mira lo que hicieron los americanos. Desde luego… Si Cuba no hubiera dejado de ser nuestra, otro gallo cantaría. Waka, waka.

Lo mejor de la conquista del título mundial es que nos ha mantenido una semana ausentes de la realidad económica y política. Daba gusto poner la tele y ver nada más que a Pepe Reina diciendo estupideces y dando gritos, o a Jesús Navas ¿hablando? en su pueblo o a Piqué escupiendo en el cogote de un miembro de la Federación, creo que era. Nuestros campeones. Y todo esto hasta que Zapatero y Rajoy han vuelto a entristecernos la vida con otro Debate del Estado de la Nación. ¿Que quién ha ganado? Pues España, uno cero y con gol de Iniesta, gracias a las predicciones de un pulpo que ha tenido en vela a todo un país. Otra vez waka, waka.

Por cierto, que si alguien canta este himno mundialista por derecho propio somos nosotros, porque esto sí que es África. Se podían haber pasado por aquí los de España Directo para grabarnos un poco, porque africanos, lo que se dice africanos, somos más que nadie. Pero de la África profunda, de la más sucia, y si no, miren cómo está el Río de Oro de porquería, de olor, de estancamientos. Qué pestazo que echa el agua, y ahí mismo, en la playa. Así tenemos a los vecinos todo el día protestando, claro. Que se preparen los propietarios de ese pedazo de bloque en la esquina del Paseo Marítimo, esos que valen otro mundial, que se van a hartar de mosquitos, olores y… ¡Feria! Dentro de nada los tenemos como a las vecinas de San Lorenzo, que tanto juego nos dieron el verano pasado. Los pobres, las pobres. Todo ese dineral y toda la noche bailando en el dormitorio el waka, waka y echando baygón.

Baile y alegría. El sábado por la noche, en mitad de la playa, sonaba también esta canción mientras todos los integrantes de una academia bailaban y se divertían, vestidos de blanco y con una energía envidiable. La fueron alternando con bachatas, merengues, salsas, sevillanas y pasodobles, a la vez que unos amigos y yo, igualmente, íbamos combinando la cerveza y el tinto de verano. Ah... Mi reino por una moraga, sí señor. Quién querrá un Imperio cuando tiene a mano una neverita hasta arriba. Menos mal que los de la academia habían puesto antorchitas de esas ibicencas tan chachis y bonitas, tan prácticas en ese momento, porque se fue la luz en gran parte del Paseo. Todos los veranos la misma historia con los cortes. Será porque esto es África, digo yo. Waka, waka.

José María García Linares (19/07/2010)