lunes, 10 de octubre de 2011

MANZANAS

Qué manía les tengo a las manzanas. Rojas, amarillentas o verdosas, da lo mismo. Muy mal tengo que tener la nevera para acabar comiéndome una. Con las peras me pasa algo parecido, pero sin llegar a extremos ni obsesiones. Veo una manzana y se me vienen encima demasiados recuerdos, todos relacionados con recreos sin ensaimadas, tardes sin pan con mantequilla o medios días sin arroz con leche. En fin, la clásica dicotomía filosófica ausencia / presencia aplicada, en este caso, a una manzana. Por cosas más raras algunos están hoy en los libros de texto.
Además, las manzanas siempre han sido mucho más que una fruta jugosa y baja en calorías. Desde el Jardín de las Hespérides de los griegos, en donde colgaban doradas con su promesa de inmortalidad, hasta la mismísima isla de Avalon de los celtas, isla de las manzanas, pasando por las que cultivaba la diosa Iounn en la mitología nórdica, también portadoras de la vida eterna de los dioses. En la tradición judeocristiana, el fruto del árbol prohibido, el que nos valió la expulsión del Paraíso por culpa de una mujer (como no podía ser de otra manera para esta tradición) o en un terreno mucho más afable, al menos a simple vista, la manzana envenenada que casi mata a Blancanieves. Conocimiento, sabiduría, pecado, tentación, salud, ciencia… A mí, particularmente, me consuela, mientras me la como en el desayuno, saber que toda la humanidad cayó por culpa de la misma fruta, porque así la digiero con resignación y no me fastidia demasiado la mañana. Ánimo, me digo, que por lo mismo a Eva le tocó parir con dolor. El que no se consuela es porque no quiere.
La manzana moderna es la de la compañía Apple, como todo el mundo sabe. O por lo menos como lo sabe el primer mundo, tecnológico, industrializado, informatizado y esclavizado por el capital y sus compinches. Ha muerto Steve Jobs y parece que se nos ha ido la mente más privilegiada del planeta, la conciencia más lúcida, la persona más comprometida y más solidaria de los últimos veinte años. Algunos hasta lo han comparado con Einstein en los cientos de artículos que se han escrito durante la pasada semana. Que ha revolucionado el mercado de la telefonía móvil es indudable. Que Apple se ha convertido en la empresa de productos informáticos más rica del planeta, también lo es. Pero de ahí a hacer determinadas comparaciones… Si tuviera que definir a Jobs diría que fue un grandísimo empresario porque antes que soluciones supo inventarse necesidades para tenernos a todos enganchados. A partir de la aparición de Iphone y, posteriormente, Ipad el consumidor tiene la necesidad, hasta ese momento inexistente, de llevar Internet en el bolsillo, por ejemplo, o de estar continuamente conectado en las redes sociales. ¿Era necesario tener conexión a la red en el teléfono móvil? Hace unos años no. Hoy parece que sí lo es. Así que todos los modelos de telefonía móvil que actualmente están en el mercado imitan al de la gran manzana.
La manzana de Apple también está mordida. Hay que ver lo que es capaz de estirar la imagen de un bocado. Cada cual que se quede con el significado que quiera. A mí me dejó marcado lo de la madrastra de Blancanieves. Qué bicho. Y lo peor de todo es que en la versión original del cuento era su propia madre. Como para mear y no echar gota.
José María García Linares (10/10/2011)