lunes, 15 de junio de 2009

JUNIO


Ya está aquí el calor. El sayo, definitivamente, está guardado en el canapé con las mantas y el edredón de Ikea y un año más vamos poniéndonos las cremas al son de alarmas y alertas. Cuarenta grados en Sevilla, cuarenta y más en Jaén, las autoridades cambiándole el color al riesgo (qué ganas tienen Telecinco de que lleguemos al rojo). En fin, lo mismo de siempre, asustar y preocupar, y mientras ese olor a juventud que tiene el verano, a recién salido a la vida, con toda la luz por delante y todo el olvido por atrás. El mar hirviendo en brillos, las penas tostaditas, o al menos las mías, y todo con sabor a café con hielo y Club Marítimo.
Es tiempo también de evaluaciones y persecuciones por los pasillos en busca de aprobados; de selectividades nerviosas, barbacoas de chuletas (algunas modernísimas, con pinganillo y todo) y de pasarelas en las bibliotecas universitarias, donde se lucen las mejores piernas, los mejores modelitos y una variedad de teléfonos móviles que daría envidia hasta a El Corte Inglés. Me queda en junio esa sensación de haber perdido el tiempo, de no haber conseguido demasiado en los primeros niveles de ESO, con tanto no te levantes, tanto no insultes, tanto abre el cuaderno, tanto no escupas, tanta guarrería y tanta guardería.
Es un mes el que vivimos de novedades literarias, algunas, como la tercera parte de la trilogía de Larsson (está superbien, es superadictiva, te la bebes, no puedes parar…casi a punto de convertirse en un nuevo Los pilares de la tierra o El perfume, literatura para el que huye de la literatura), ya convertida en la más vendida incluso antes de ponerse a la venta. ¿Qué ocurrirá con Lisbeth Salander? ¿Y con sus lectores cuando lleguen a la última página? Pues podrán coger a los vampiros de Guillermo del Toro y su Nocturna, que promete entretener las tardes de los ociosos y las noches de los atrevidos, por lo menos así nos la venden. Aquí en España ambos libros salen a más de veinte euros, como el premio Alfaguara de este año, por citar otro ejemplo. Si alguien acude a Fnac podrá comprobar que las mismas novedades en inglés valen diez euros menos. ¿Por qué en nuestro país es tan caro leer? ¿Vale realmente un libro veintidós euros? Uf, estoy peor que Laporta con Cristiano Ronaldo. Lo dejo aquí.
Total, que hoy quería haber escrito sobre la negativa de un sacerdote a darle la comunión a una niña con síndrome de Down y mira dónde he acabado. Pensaba, al menos eso aprendí del hermano Severiano, a quien recuerdo con admiración y cariño, que todos éramos hijos de Dios, tanto enfermos, como homosexuales y prostitutas. Será que en estos tiempos de crisis ser padre es dificilísimo, como le pasó a Esther Cañadas, que devolvió a su criaturita adoptada porque no estaba preparada para criarlo. Paradojas de la vida. En Irlanda y Argentina, unos acercándose demasiado a los niños. Aquí, alejándose cruelmente de otros. Qué cosas tiene la Santa Madre Iglesia, ¿verdad?


José María García Linares (15/06/2009)