lunes, 27 de abril de 2009

CHIRINGUITOS


Abril huele a lluvia. A tierra mojada, a brisa revuelta, a luz adolescente. Siempre ha olido así, o al menos en la mayoría de las ocasiones, de ahí el refrán. Copar las portadas de los telediarios diciendo que llueve abundantemente o que las temperaturas están locas es como no decir nada en esta época del año. Mire usted, es que es primavera. ¿No nos quejábamos de que no llovía lo suficiente, hay que ver qué desperdicio de pantanos franquistas? Estas evidencias son las que Telecinco suele convertir en noticia. Quién no recuerda esos informativos en pleno verano que nos avisaban de que estábamos sufriendo una ola de calor porque en Sevilla estaban a 43 grados… Ya verán como el mes que viene nos dicen que los campos están floridos y hermosos. Veraces como ellos solos.
Los meses tienen sus olores, como las personas y sus sentimientos. Hasta le huelen a uno las pesadillas y los deseos, qué bárbaro. Diciembre huele a blanco, febrero a chirigota y agosto a chiringuito en la playa, al menos para quienes veranean en el sur de nuestro país, tan dado a las sardinas en la arena. La estampa es inconfundible. Gorrito de paja, toalla a la cintura, casi a la altura del ombligo para disimular barriga, gafas de sol moteadas de salitre, risas, relax y esa espuma maravillosa de mar y de cerveza. Ahora resulta que estos templos del disfrute son contaminantes, atentan contra el ecosistema y vulneran la Ley de costas. En algunas localidades marineras de Andalucía las palas ya han empezado a tirar algunos de estos establecimientos por ilegales.
Si coges tu vaso de cerveza, de plástico, y te das una vuelta por los alrededores del chiringuito, puedes ver bloques de apartamentos, chalets de lujo, campos de golf, hoteles con esa entrañable escalerita que comunica la piscina, privada, con la playa, pública pero que ellos consideran privada, etc., que hacen que uno piense que los gobernantes consideran al pueblo como una panda de imbéciles ignorantes y estúpidos, simples tontorrones que no se dan cuenta prácticamente de nada. Hay que tener muy poca vergüenza para atacar estos negocios cuando España incumple sistemáticamente cualquier protocolo ecológico, sigue vomitando residuos a los ríos y los mares (esos que peligran por una tapa de patatas aliñadas), las fábricas no dejan de emitir excrementos gaseosos y los grandes empresarios tienen manga ancha para construir lo que les apetezca, previo pago de comisiones, a unos metros de la orilla. De todos los hoteles canarios que el año pasado, en verano, por poner un ejemplo, fueron declarados ilegales, no se ha tirado ninguno. Casas de gente pobre, en Chovito, unas cuantas.
En fin. Yo ya tengo preparada mi bolsa. Crema para la cara, que tengo un lunar puñetero y se me pone la nariz roja. El mp3, que hoy no eres nadie en una playa si no estás con tus casquitos, y mi monedero de los hippies, de colorines, lleno de calderilla para echarme mi cervecita con los amigos. Mira que mueven dinero estos bares. Qué cantidad de guiris acuden a las dos a por sus calamares. En tiempos de crisis no parece inteligente perjudicar más la economía. Ponme unos piquitos, que a mí esto a palo seco no me…


José María García Linares (27/04/2009)