lunes, 4 de octubre de 2010

POR SI HAY UNA PREGUNTA EN EL AIRE


La pregunta que sobrevuela los benditos desayunos con periódico del lunes no puede ser otra. Está ahí. Casi se masca. A poco que te esfuerces, lector, y reflexiones mientras untas de mantequilla la tostada, la sacas. Sí, en efecto. ¿Habrá ido la Pantoja a la Huelga General? La cuestión, como se ve, de baladí tiene poco. Pero además surgen otras incógnitas verdaderamente inquietantes. ¿Habrá sufrido piquetes en Cantora? ¿Pudo coger el metro para ir a Natura a comprarse un poncho? Y sobre todo. ¿Le habrá dado datos María del Monte a Cándido Méndez sobre los movimientos de la tonadillera?

Y es que la huelga es algo que afecta a todos los ciudadanos. La huelga somos todos, como la Iglesia, y la Pantoja es, también, una ciudadana, ergo Iglesia, claro. Acusada e imputada, por supuesto, pero ciudadana católica de pleno derecho. Entonces, según la regla de tres… ¡La Pantoja somos todos! Toma castaña. Respiremos unos instantes. Debe de haber un error. Estos cálculos me los enseñó un profesor que estaba continuamente equivocándose, así que de fiables tienen poco, como las cifras de participación de los sindicatos o las que ofreció el propio Gobierno tras el 29-S. No sabe uno a quién creerse. Si para Zapatero un parado está formándose y, por tanto, trabajando para su país, un huelguista que defiende sus derechos y que trabaja pacíficamente (no hablo de los piquetes) por la defensa de sus condiciones laborales y la de sus hijos también estaría trabajando igualmente… Claro, con razón nos dijo el Ministro que el seguimiento de la huelga no había sido mayoritario. Estaba todo el mundo trabajando.


Hayamos ido o no, el resultado ha sido el mismo. Seguimos agotados por los bandazos de la política, por la demagogia barata, por la mentira descarnada. Si un partido que se dice de izquierdas ha sido el que le ha dado el golpe de gracia al Estatuto de los Trabajadores, es mejor que lo dejemos. Si un Presidente es capaz de decir, en la situación en la que se encuentra España, que los Presupuestos Generales del Estado que se acaban de aprobar para este curso son los mejores y los más importantes desde hace veinte años, apaga y vámonos. Un mandamás está legitimado para muchas cosas. Tiene derecho a equivocarse, faltaría más; incluso puede tenerlo para estar contra las cuerdas. Pero de todo lo que puede perderse por el camino, son la honestidad y la perspectiva cualidades que no deberían faltar en el ejercicio de las responsabilidades gubernamentales.


Fíjense si no en La Pantoja, que casi fue la presidenta de Marbella, además de serlo en sus propias casas, apartamentos, pisos, moralejas, etc. Coherente donde las haya. Con una misma idea, con un solo proyecto y con un único objetivo, sin vaivenes, sin perder la perspectiva. “Por si hay una pregunta en el aire…”, cantaba no hace mucho con las lágrimas a punto de nieve. Pues claro, y no sólo una. Tendrá usted que responder a un montón “pa matar los rumores de aquella esquina”, como han hecho los lectores de esta columna al principio de la misma. “Me llaman la bien pagá, porque tus besos compré…” Algo más debió de comprar esta señora, según el juez Torres. Si cambian ‘besos’ por ‘trajes’, Camps también podría arrancarse, que tiene pinta de saláo, con eso de “por si hay alguna duda sobre mí, hoy quiero confesarme”.

José María García Linares (04/10/10)