martes, 6 de abril de 2010

INCIENSO Y CHICLE

Las tradiciones son las tradiciones. Torrijas, Cautivo, Soledad y Carlos Rubiales, como debe ser. Este año, no obstante, he incorporado a mis costumbres las natillas con merengue, que no engordan porque mi madre las ha preparado con mucho cariño y espiritualidad. Precisamente ahora estaba terminando mi cuenquito mientras veía por Telemelilla al Cristo de la Paz. Trece años lleva Rubiales con nosotros. Lo hemos visto, como quien dice, hacerse un hombre. Con micros jurásicos, vestido de nazareno, subido en esos estrados infames… Pero nunca abrigado en una casetilla, con la rasca que hace en estas fechas en la ciudad. A ver para cuando la dirección nos lo resguarda y nos lo cuida, que se nos va a poner malo. A don Carlos le mando desde aquí un abrazo cariñoso, mi felicitación por acercar a los melillenses la Semana Santa a sus casas y mi enhorabuena por el trabajo y el esfuerzo, como a su equipo. Y por el frío que pasa, Dios bendito.
No soy muy dado a ir de procesiones. No lo he mamado, como quien dice, tal vez porque cuando era niño solíamos viajar en estas fechas. Sin embargo sí que he logrado conservar esa especie de residuo místico-medieval de noches oscuras con olor a incienso e imágenes dolorosas insoportables. No me gustaría perder ese sustrato mágico por mucho que la racionalidad le diga a uno tantas cosas y le toque las narices continuamente.
Así que vivo mi semana santa de una manera muy particular, incluso, en algunos momentos, muy sevillanamente, es decir, esperando a los tronos en los bares. Hay estilos sevillano y malagueño para los pasos, con sus varales o sin ellos, y también para verlos, estaría bueno. Este año el centro está lleno de banderas de Melilla y de España. Qué ramalazo de Nacional-Catolicismo nos ha dado en este 2010. A eso le añades que los cristianos liberan a un preso y que desde la radio y la tele no se deja de decir que en determinados tronos van inmigrantes como si fuera una extrañeza en estos tiempos multiculturales, y esto parece la llegada de Colón al Nuevo Mundo. Afortunadamente la bandera del orgullo gay también ondeaba en nuestra Madrugá de las diez de la noche en la Avenida. El plano ofrecido por Telemelilla del Cristo de la Paz con los colorines detrás no tiene precio.
Mezclar Religión y Estado no es saludable y la Historia está ahí para recordárnoslo, no yo, así que no voy a meter el dedo en la llaga, y menos en estos días ( ¿En las sinagogas había en esta semana de la galleta banderas españolas? ¿Los hindúes le dan la libertad a algún presidiario en sus fiestas? Perdón. Se me ha escapado). Lo que sí que me parece digno de mención, por chabacano, y lo voy a decir, es esta moda de ir mascando chicle en plena procesión. Costaleros, autoridades, mantillas y nazarenos. Qué feo queda eso. Tanta gomina y tanta corbata y tan poco protocolo. Ahora bien, no en todas las cofadrías, que hay algunas en las que todavía se respetan las formas. En fin. Tampoco debería meterme en este charco. Cada uno lo vive como quiere y masca lo que quiere o lo que puede o lo que le dejan.
Total, otro año más, que se dice pronto. Y otra vez La Soledad el Viernes Santo. Qué silencio. Qué pena. Qué miedo. Y es que estar solo, estar sola, debe de ser espantoso.

José María García Linares (05/04/2010)