miércoles, 5 de septiembre de 2012

VISIONES



Mientras subía ayer por la mañana la cuestecilla del instituto, sentí de repente una cosa en la barriga y me dije, lo dejo, estoy harto. Fue una especie de iluminación, a lo San Pablo, pero sin caballo. Estaba el cielo despejado, no corría una mota de aire, y sentí que el color azul de la vida me ayudaría a salir de las obligaciones del presente, incluso de las del futuro. Te diría, lector, que hasta de las del pasado. Ya no escribo más esas columnas, me dije, total, a quién le importa lo que tengas que aportar en un país en el que ya no se puede decir nada que no sea recorte, rescate o economía, palabras de las que también he hablado yo, siempre sin criterio, por supuesto. A ver quién te has creído tú, funcionario empobrecido y recortado, ni que fueras Mario Conde, Ana Rosa Quintana o María Antonia Iglesias. Lo que son las visiones milagrosas y las revelaciones del más allá, que hasta me indigné porque jamás tendría una silla de tertuliano en El gato al agua o Qué tiempo tan feliz.
            Sin embargo, conforme fueron pasando las horas y fui poniendo nuevamente los pies en la tierra, y sobre todo en el instituto, todo se volvió mucho más relativo. Como este año no vamos a tener los profesores tiempo para nada con tanto aumento de horas y recortes de plantillas, aproveché un ratito para dejar ya puestas las notas del próximo junio, y así sentirme nuevamente de vacaciones. He tenido unos resultados fantásticos, y hasta casi todos los alumnos me han aprobado la PAU de 2013. Fíjate, lector, que va a ser verdad que con menos recursos podemos hacer más cosas. Sólo de esta manera podremos sacar a España del atolladero, nos dicen, y uno, que es un patriota, se ha puesto manos a la obra. Como será la cosa que si hace cuatro meses te ibas al Mercadona con 50 euros y te traías tus cositas, ahora con 25 tienes hasta que llevarte el coche para poder cargar con la compra, de la cantidad de productos Hacendado que puedes conseguir. Con menos dinero compras más, ¿verdad? Y si no que se lo pregunten a Sánchez Gordillo.
            Hay que ver la vida en positivo, como me dijo un viejo amigo afincado en Suecia, recién operado de la vesícula, y casado con un pedazo de sueca de esas de las películas de Pajares, rubísima, guapísima y de ojos azulísimos (un encanto, por cierto). No puedes ser tan crítico, tan pesimista, tan negativo. Claro, te lo dice así, tan suecamente, que incluso dudas. Acostumbrado a vivir en un país normal, se ha olvidado prácticamente de sus orígenes hispanos, es decir, bárbaros. Lo que ocurre es que a mí, si no es para criticar o sacar los colores, no me gusta decir nada. La Peri Rossi escribió en uno de sus poemas que es “de vino triste”. Yo soy de aguardiente hijoputa, y contra eso no se puede hacer nada. Así que, saliendo del instituto, me he vuelto a dirigir la palabra y me he dicho, oye, no te quejes tanto que tienes un espacio para ti en el periódico, sin cobrar como un buen español, y a salvo de compañías como la de Alfonso Rojo y sus chistecitos rancios de derechas. Anímate y escribe la columna.
            Cómo habrá sido de intenso este segundo hostiazo pauliano, que escribiendo la primera versión de la columna, se me ha bloqueado el ordenador, lo he perdido todo y me he puesto a escribirlo otra vez, con más ganas que antes (esto es una licencia poética). Había cosas en la otra versión que me hubiera gustado repetir aquí, pero ahora no me cuadran. Así que hablaré de ellas en otra ocasión porque ahora va a empezar la nueva ventana de la cadena SER. Ay, Francino, si te acordaras de mí y me llamaras…

José María García Linares (04/09/2012)