lunes, 18 de mayo de 2009

SERBANTEZ



“Menos ladrillo y más ordenadores”, ha soltado por esa boquita José Luis Rodríguez Zapatero, y se ha quedado tan a gusto, como el que desayuna All-Bran y cena Activia. Estas cosas es mejor tomárselas a guasa, porque no merece la pena sofocarse a estas alturas de curso y sabiendo cómo funcionan las cosas en esto de la Educación. Habría que recordarle al Presidente que ha sido la LOGSE de los socialistas la que ha llevado a miles de jóvenes a dejar los libros por la construcción, ley que, por cierto, cuando los populares estuvieron en el poder (tiempo tuvieron) no dinamitaron.
Parece que hoy todo se arregla, o se justifica, comprando ordenadores para los estudiantes. Somos miles los profesores que ya contamos con algunos materiales informáticos en nuestros centros y sabemos que la cosa no consiste en invertir al tuntún, sino en un cambio profundo de las estructuras y la metodología, transformaciones que, por supuesto, no se van a llevar a cabo. El fracaso escolar no se soluciona con Google ni con Tuenti ni con Youtube. Existen dos posibilidades. La primera es la que se baraja en España, esto es, falsear los datos y las estadísticas bajando el nivel de las pruebas de diagnóstico e incentivar al profesorado con remuneraciones según el número de aprobados; y la segunda, más seria, honesta y necesitada de políticos preparados y competentes (por eso no creo que funcione) que, entre otras cosas, abordaría los problemas de la falta de personal docente y psicopedagógico que pudiera tratar los problemas de violencia escolar y trastornos de la conducta adolescente; la disminución del número de alumnos por aula; la recuperación del esfuerzo y de la disciplina como filosofía de trabajo; la implicación de las familias en el proceso educativo de sus hijos; la reforma seria del currículo que garantice unos contenidos iguales para todos en todas las CCAA (independientemente de que, secundariamente, se traten cuestiones a propósito de la realidad que circunda a los alumnos en cada territorio) y, después, la inversión en nuevas tecnologías. Un niño que no lee bien ni escribe bien acabará utilizando Internet para entretenerse, nunca como herramienta de estudio.
Tampoco se debería olvidar que información no es lo mismo que conocimiento. Poder acceder a millones de páginas webs y bibliotecas digitales no significa que se asuman los saberes que allí se ofrecen. Hoy por hoy, desenvolverse por la Red necesita de la competencia lectora. Se lee más que nunca, dicen los expertos (y se estudia menos, esto lo digo yo). Sin embargo, nuestros chicos y chicas no entienden lo que leen. Lo de “Serbantez” escrito en un buscador en una de mis clases es un caso real. Evidentemente, no encontró el alumno lo que buscaba.
La inversión en nuevas tecnologías es correctísima, políticamente hablando. Parece que llegarán esos ordenadores a nuestras aulas de analfabetos funcionales. Falta saber si ese gasto vendrá acompañado de una necesaria formación del profesorado y de las familias en el uso pedagógico de las TIC. La experiencia me dice que no, pero no me hagan caso. Ya hace calor, el último examen de sintaxis ha sido un desastre, y la última moda es abrir y cerrar los cuartos de baño durante las guardias. ¿Ordenadores? Anda, anda…

José María García Linares(18/05/2009)