martes, 19 de junio de 2012

QUE ME PAGUEN


Vengo reventado de las evaluaciones. Cómo estaré que hasta tengo el fútbol puesto, a ver si me olvido de todo y me vuelvo un poco salvaje y, en consecuencia, un poco más feliz. Ya me he enterado de que el curos próximo trabajaré dos horas más, yo que estaba convencido de que con un poco de suerte acabaríamos disfrutando también nosotros de la semana caribeña, como el señor Dívar. Qué morro tiene este tipo. Y para más inri, todas las cenas y bailoteos se los pegaba en Marbella. El tufillo es inconfundible: y tal y tal; morena, ¿tú meh quiere?; me se enamora el alma, me senamora… La que le va a caer a don Carlos por doce mil eurillos de mierda. No me extraña que el gasto fuera tan elevado. A mí me clavaron seis euros por una coronita calentucha en Puerto Banús, eso sí, en segunda línea de playa.
Ahí va Piqué. Este sí que es bueno. ¿Qué pasará ahora con el retoño que esperan el futbolista y Shakira? ¿Lo echarán de Cataluña por inmigrante? ¿Y a Shakira? Menuda patata caliente que tiene el PP con este tema. Como se empiece a mezclar el acento de la colombiana con la lengua catalana, esto va a ser insoportable. Fíjate, lector wakawakero, que hay veces que incluso parece que está cantando en euskera.
A Casillas le molesta el humo, nos está diciendo Paco González desde Telecinco a cuenta de unas bengalas o algo así. Venga hombre, si te dijera yo todo lo que a mí me molesta. Por ejemplo, que nos vayan a volver a bajar los sueldos a los funcionarios. Toda la vida estudiando (porque yo sí que sigo estudiando) para esto. En fin, debería de haberme dedicado a jugar al tenis o al fútbol. En breve no me quedará más remedio que clamar en este medio: ¡Por favor, páguenme aunque sea veinte euros por columna! Estoy comprando las cervezas en el Lidl. A Mercadona le he cogido coraje, con ese señorito todo el día diciendo que los españoles trabajan poco, mientras se está forrando a nuestra costa. Este está encantado de nuestro empobrecimiento general, porque cuando no llegas, en vez de comprarle el yogur al de siempre, se lo compras a ellos.
Da gusto ver jugar a estos hombres, dicen los comentaristas del partido. Hace pocos días se presentó un libro del periodista Santiago Segurola Héroes de nuestro tiempo. Ay, la posmodernidad, cómo nos tiene. Somos un país obsesionado con el deporte. Nuestros hijos acabarán estudiando en la escuela la vida de los futbolistas. La guerra entre Madrid y Barcelona, en vez de La guerra de las Galias (bueno, esto ya ni se estudia). La peña todo el día por ahí corriendo, caminando con la lengua fuera y el Ipod enredado, picándose en los gimnasios, gritando ¡vamos! en los anuncios de zapatillas deportivas… Queremos tener un cuerpo diez mientras nos conformamos con un cerebro de 4,75. Y venga a comprar lácteos contra el colesterol, lácteos para las defensas, lácteos para todo por ese miedo enfermizo a envejeces, a arrugarse, a engordar, a desfigurarse después de dar a luz. Deporte, deporte y deporte. Hay más gente comprando en el Decathlon que en Carrefour. Cuanto más cansado estás, más íntegro eres, mejor persona y más comprometido con tu vida y con tu entorno. En fin, no sé a santo de qué me preocupo yo de esto, empobrecido como estoy y desanimado. El que quiera correr que corra, estaría bueno. Por favor, que alguien me pague.

José María García Linares (19/06/2012)