jueves, 11 de marzo de 2010

PRECIOUSA


Cuando leas esto, lector, lectora, ya sabrás quienes han sido los triunfadores de la gran fiesta del cine. Sabrás de qué firma es el mejor vestido, quién llevó los mejores tacones y cuáles fueron las joyas más despampanantes y caras. Hoy domingo, sin embargo, todo sigue en el aire, por eso para los amantes del cine y para los actores la jornada previa a la entrega de los Oscar es tan especial como los sueños coloreados con plastidecor, como cielos repletos de nubes de caramelo. Ahora misma todo es posible, a pesar de las apuestas. Veremos a ver qué pasa.
Es ‘Precious’ la cinta que sigue acaparando la atención, después de la celeste Avatar. Ha sido la gran vencedora de los premios Spirit Awards, dicen los entendidos que antesala de la ceremonia de esta madrugada. Y allí estaba ella, Gabourey Sidibe, esplendorosa, elegante, levantando el brazo vencedor y con esa sonrisa inmensa que llena portadas de revistas y entrevistas televisivas. Está haciendo trizas, por fin, el modelo de actriz occidental, y no por su interpretación soberbia, sino por su aspecto físico. Resulta lamentable que recién estrenada la película se hablara de Gabourey más por su obesidad que por su trabajo. La calidad y la fuerza de su interpretación han conseguido, meses después, dejar de lado los kilos de más que pueda o no tener porque no es eso lo que se va a premiar.
No existen dos cuerpos iguales, como tampoco dos personas exactas (por ahora, dicen algunos). Aburridos estamos de escuchar en las sociedades democráticas que todos los seres humanos son iguales en derechos, y sin embargo las exclusiones y los desaires en función del sexo, la raza o la condición física siguen estando muy presentes. Los guapos, decía hace poco un estudio, consiguen trabajo antes que los feos, igual que los deportistas tienen mayor éxito social aunque no sepan hacer la o con un canuto.
Por eso quiero ver a Gabourey esta noche sobre la alfombra roja. Porque irá elegante, luminosa, ilusionada y esperanzada. Gorda, sí, gorda, qué pasa. Y quiero verla pasar al lado de estas tiquismiquis que adoptan lo primero que se les ocurre, o de aquellas otras que se cepillan a los actores y directores con los que trabajan, o de esos falsos donjuanes que presumen de canas mientras exigen a sus parejas que se las tiñan. Quiero verla pasar al lado de Morgan Freeman, por fin nominado después de tantos olvidos de la academia, y de Meryl Strep, la gran actriz de nuestro tiempo, otra vez entre las elegidas. Porque entonces veré, entre tanta fastuosidad, pizcas de normalidad, de vida, de realidad. Actores mayores que lucen sus arrugas con la dignidad de haber llegado hasta allí, con la lucidez que dan los años, porque la edad no es solo cumplir años, sino crecer, aprender y dominar un arte. Cuelgan las carnes, como nos colgarán a todos, pero se tersa la sabiduría, y esto no a todos nos va a ocurrir.
Será una noche especial, de eso no cabe duda. Espero aguantar lo suficiente y no quedarme, como otros años, dormido en el sofá. Por si acaso, me he comprado una ginebra que me ha costado un pastón (sublime, como Gabourey, además de francesa), porque la ocasión lo merece, para brindar por el buen trabajo de quienes he nombrado antes y por lo que representan. Va por ellos y por que siga siendo verdad que en el cine, no como en la vida, todo es posible
José María García Linares

No hay comentarios: