martes, 2 de marzo de 2010

AY, CORAZONES, QUÉ MAL RATO



Pobre Anne. Debe haber sido su peor momento televisivo. Siempre tan correcta y educada, la mejor amiga de nuestros corazones, la Igartiburu, no sabía donde meterse, si detrás del bigote de José María Íñigo o tras un ya inexistente corte publicitario. “Con lo bien que estaba yo bailando”, habrá pensado mientras John Cobra se cogía sus partes con frenesí en la gala de candidatos para Eurovisión y nos ofrecía a todos la posibilidad de comer de su particular árbol de la sabiduría. Es el segundo asalto en poco tiempo de la presentadora contra la mala educación en los medios. El primero, las campanadas de fin de año en las que salió victoriosa de su enfrentamiento con la Esteban, eso sí, en cadenas distintas, que juntas habría que haberlas visto juntas. Ahora, lamentablemente, la han noqueado. Con lo fácil que hubiera sido cortarle el micro al individuo en cuestión y enfocar a los miembros del jurado mientras la organización sacaba al Cobra del escenario. No hubiéramos asistido a un enorme espectáculo, por supuesto. Ni la audiencia hubiera alcanzado un 15’6% de share.
Hoy en día canta cualquiera. No hace falta tener formación musical alguna. Ocurre como en tantos otros ámbitos de nuestra vida diaria, en los que no se valora lo suficiente la profesionalidad ni los años de formación de los individuos que acceden a un puesto de trabajo. No hay una correlación entre estudios y éxito laboral traducido en un buen sueldo o un buen puesto. Se predica el triunfo fácil y meteórico, cuando la realidad es completamente diferente.
Hace gracia ser un poligonero o una merdellona, como dicen en Málaga, o por lo menos lo parece en los medios de comunicación. Cuanto más vulgar, más horas de televisión a disposición del maleducado. En fin, un espanto. Pero el episodio del Cobra está planteando también otra cuestión que puede resultar interesante, y es la de la opción que empiezan a tener los ciudadanos de reventar a través de Internet los sistemas establecidos, porque el tipo este llegó a la gala final por votación popular a través de la web.
Estaríamos ante una especie de contra-cultura, contra-política o contra-sistema que ha devuelto parte del poder cedido a los estados a los verdaderos depositarios del mismo. Es cierto que Internet no es un espacio de libertad total, y no lo es desde el momento en que hay que contratar una tarifa y son, además, las grandes multinacionales las que están sosteniendo toda la estructura. Pero aún así, la posibilidad de actuar de manera completamente diferente en los entornos virtuales está cuestionando precisamente el discurso de los entornos reales. La web escapa de los mecanismos de control tradicionales, y si bien es verdad que ello provoca excesos y abusos, también lo es el hecho de que ofrece un abanico de posibilidades de actuación mucho más rico. Se da la paradoja de que sea el mismo vehículo el que haya movido mayoritariamente las conciencias por Haití y, a la vez, la elección del Cobra, lo cual es un indicativo del poder de convocatoria que tiene el nuevo medio digital, que hasta para la mofa es imparable.
Pobre Anne. Qué mal rato habrá pasado la chiquilla, y eso que es vasca.
José María García Linares (01/03/2010)

1 comentario:

Mar dijo...

La televisión está llena de personas impresentables y lo más grave es que continuamente les salen imitadores que les siguen desde muchos hogares.