Mis vacaciones de carnaval están acabándose. Es más, cuando leas esto, lector fiel, ya estaré dando voces, vigilando pasillos y rellenando papeles en mi centro (iba a decir educativo). Me voy con los dientes largos, como me pasa siempre, pero esta vez un poco más porque el vienes estuve hablando en un colegio en donde no se oía una mosca, no había carreras por las escaleras, los murales no estaban rotos ni pintorreteados y los alumnos no llevaban gorra ( ¡en la Escuela de Magisterio sí, que me quedé extrañadísimo un par de días antes. Incluso había un joven montando el monopatín en el segundo piso! A dónde irá a parar esto). Salí de allí (del colegio) con una pena… y con mucha rabia, todo hay que decirlo.Han sido unos días de muchos amigos y de muchos lugares. Qué ambientazo hay en la UNED, esto del jazz es un tesoro. Hemos compartido cervezas y recuerdos, unos de mis años mozos, otros de no hace tanto, porque resulta que me he encontrado a un compañero de la carrera por estos lares igual de simpático y afable que siempre. Con lo que nos gusta chismorrear (a los hombres mucho más que a las mujeres, dónde va a parar. Unas llevan la fama, otros cardan las lanas). Nos hemos puesto al día en seguida.Amigos y lugares que suelen ser los que acostumbro a recoger en fotos, esas que no he hecho tan a la ligera en esta última visita porque, según decían en el periódico y en la radio, estaba prohibido sacar imágenes en cualquier rincón del imperio de la Autoridad Portuaria. Lo que le faltaba a Melilla, tan chica, es que le robaran las autoridades sus espacios y sus luces, los recuerdos que tantos nos llevamos en nuestras cámaras y móviles. En poco tiempo será imposible ver videos de la ciudad en Youtube, como ha hecho Telecinco con sus contenidos (¡?) por miedo a que se descubrieran las verdaderas arrugas de Ana Rosa Quintana y la mala pipa de Jordi González (el que entrevista a delincuentes). Porque el que prohíbe grabar o fotografiar lo hace por temor a algo, para esconder algo.¿Hay algo que guardar tan celosamente? Fíjense los pobres de La Sexta, que no pueden emitir imágenes de la cadena de Vasile. Un despropósito y un atentado contra el derecho a la información. Así claro que entiendo que en un establecimiento de revelado de fotos me quisieran vender una panorámica de la dársena del puerto por quince euros. “¿Para qué la vas a hacer tú si me la puedes pagar a mí”, pues algo así.Según parece la medida no se llevará a efectos, pero ya sólo el planteamiento me parece no escandaloso, sino ridículo. Tiene hasta un punto divertido imaginarse a Wayoming o TeleMelilla chinchando en un programa a Arturo Esteban y María Teresa Campos (“Querida amiga, no diga tonterías”). Delirante.En fin, yo me voy con mis fotos hechas, vayan a creerse ustedes, que voy a colgar en mi Facebook en cuanto llegue a mi casa. Que las vistas de Melilla no son de ninguna autoridad, sino de los melillenses y de los que quieran venir a visitarnos, que les damos vida con nuestras miradas. ¡Anda ya y ven a por otra! (Acompañado de una peineta).
José María García Linares (02/03/2009)
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