domingo, 11 de marzo de 2012

BRÓCOLI



            Lo que me faltaba era llegar del instituto agobiado también por la crisis económica. Hasta ahora mis almuerzos consistían en verduras, pasta, arroz, un poco de Los Simpson y grandes dosis de desencanto y frustración intelectuales. A veces me pitan tanto los oídos que no oigo ni a Belén Esteban, que podría pasar por una de mis alumnas, por cierto, cuando se me alarga el postre. “So puta”, le ha dicho hoy un futuro parado de Primero de ESO a una jénifer pintorrajeada y con el top a punto de reventar. “Mi chichi lo disfruta” ha sido la respuesta, en mitad de los adjetivos determinativos. Claro, la culpa es mía por hablar de estas cosas, bien que me lo advirtieron ya hace años. A lo que voy. Que hoy, además de con este ambiente de convivencia y de conocimiento, me he encontrado en la sala de profesores con las cantidades exactas de lo que perderemos con la subida del IRPF. He tenido que comer brócoli nada más, del disgusto.
            Y encima Rajoy nos sale con que convocar y llevar a cabo una huelga general es injusto y, además, no ayuda a nadie. Se me queda la boca entreabierta viendo el informativo, con motas verdes en las paletas y en las muelas y el trocillo de ajo a medio masticar. Que la gente no llegue a fin de mes, que los negocios quiebren y que cada vez haya más personas en el paro tampoco es de justicia. A nadie ayuda tampoco, por ejemplo, la facilidad para el despido con la nueva reforma laboral y mírala, ahí la tienes, lanzando a los trabajadores en plan Costa Concordia. Hemos llegado a un punto en el que existe el absoluto convencimiento por parte de la clase política de que el trabajador es subnormal, de que es un ser iletrado, inculto y poco crítico al que sólo le preocupa poder ir los sábados a comprarse una camisetilla de 6’50 al Zara y rematar la tarde con una hamburguesa a un euro. Sólo hace falta ver la excusa esgrimida para que pararan las movilizaciones de los estudiantes en Valencia y Barcelona: “Oiga, que se va a dar muy mala imagen de España”. Y tan campantes. ¿Injusta una huelga? Injusto lo que están haciendo estos salvadores de la patria que llegaban nada menos que de la galaxia de la razón absoluta y de lo bien hecho, como Dios manda, y a quienes no les deja de aumentar el paro. A ti, andaluz / a con doctorado y máster en ciencias políticas, que hablas dos idiomas y que no tienes curro, a ti te van a poner a realizar trabajos de voluntariado, que en ese preciso momento dejarán de llamarse así, puesto que serán obligatorios, para el bienestar de tu comunidad y el tuyo propio. Mira, qué manera de ahorrar. Para qué contratar a un jardinero con sueldo y seguridad social si un pringao (o una pringá) de éstos (o éstas)  puede hacer lo mismo y sin cobrar.
            Son 28.000 millones los que hay que recortar. Nos dicen las CCAA que no saben en qué otras partidas meter la tijera. Aquí hay unas cuantas. ¿Qué asesores y qué economistas son los que aconsejan a los gobiernos? Existen alternativas. No es verdad que haya que recortar los servicios básicos. Se puede optar por otras medidas como las que aquí dejo, de Juan Ramón Rallo (http://www.libremercado.com/2012-01-02/juan-ramon-rallo-el-recorte-que-deberia-haber-aprobado-rajoy-62621). Manda narices. Ahora se me está repitiendo el brócoli.

José María García Linares (06/03/2012)

No hay comentarios: