No llevamos ni una semana de campaña electoral y los
carteles de Rajoy y de Rubalcaba ya me provocan el hartazgo típico que uno
siente cuando estos periodos de derroches utópicos o tomaduras de pelo, que son
casi lo mismo, están llegando a su fase final. Pelea o únete son los dos
mensajes que adornan nuestras calles y las autovías de toda España. Es mirar un
cartel y se me cae a los pies el alma. Ya el otro día en la reunión del G-20
terminé de comprender que esto no tiene arreglo porque quienes acuden a esas
reuniones no tienen nada que arreglar en su vida diaria. Si fuesen a París los
parados y los desahuciados a lo mejor la cosa iba más rápido. Todos aquellos
presidentes dándose abrazos, caminando por una alfombrita roja, comiendo (seguro)
canapés. Enchaquetados, perfumados, sin que les preocupe lo que les queda en la
cartera después de echar gasolina… Cómo les van a meter mano a los mercados si
ellos están ahí puestos por el propio mercado. A ver quién les financia a
nuestros presidentes las campañas electorales.
Leía
en El País el sábado pasado los
grandísimos y fundamentales retos que debe emprender el sistema educativo
español, y terminé de pisotear el alma que se me había caído a los pies unas
líneas más arriba. Los recortes del PP en esta materia saltan a la vista. El
desastre de las políticas educativas de PSOE tiene una historia casi tan larga
como la de la democracia española. Unos van hacia la privatización más
elitista, excluyendo de las aulas de los colegios de curas a los más
desfavorecidos. Los otros, condenando a los jóvenes españoles a una versión del
comunismo más desgastado con su igualitarismo ramplón que no permite destacar a
quienes tienen cualidades para el estudio. Cómo se va a investigar en España si
los niños escriben ese verbo con b, por poner un ejemplo. Lo importante, para
unos y otros, parece ser que consiste en gastarse el dinero en comprar
ordenadores y pizarras digitales. Qué otra cosa se les puede pedir a los
gestores. En España, con que haya tres pizarras de estas modernas por centro,
ya somos centros TIC. Da hasta risa.
En
fin. Conforme uno cumple años ve las cosas mucho más sencillas. La primera, que
quienes llevan las carteras de educación no leen nada. Segundo, que no se puede
enseñar a quien no quiere aprender y que no se puede aprender sin esfuerzo.
Esto no es mío. Ya lo dijo hace mucho un señor mayor que se llamaba
Aristóteles. Tercero, que para ser competente en una materia hay que dominar
primero la teoría. Esa estupidez de las competencias básicas nos va dejar sin
médicos. Cómo nos van a operar del corazón sin haberse estudiado los cirujanos
el atlas de anatomía. ¿Basta con poner ‘operar corazon’, sin tilde, en Google?
¿Por qué los niños llegan al instituto sin saber leer y escribir? Y cuarto y último,
que ya estoy con acidez de estómago, no todo el mundo tiene por qué estar
estudiando hasta los 16 años cuando los profesionales sabemos, ya desde primero
de E.S.O., que Fulanito y Menganito (muchos Fulanitos y Menganitos) no acabarán
sus estudios.
Todo
esto que aquí cuento no vale para nada. Esto es España. Aquí se sabe desde hace
décadas cuáles son los problemas pero no es políticamente correcto
reconocerlos. Lo único que espero es que, si gana Rajoy, tenga la suficiente
valentía para reventar la LOE y que no haga como Aznar, que tras ocho años
pudiendo meterle mano al sistema, prefirió hacer migas con Bush.
José
María García Linares (07/11/2011)
1 comentario:
Buenas, acabo de leer tu entrada y me ha parecido muy interesante, dices uchas verdades como puños y lo reconozco a pesar de estar en último año de carrera de Magisterio de Lengua Extranjera (francés), asi que te animo a que sigas escribiendo como lo has hecho y que sueltes tu ira de la misma manera a ver si muchos más lectores se dan cuenta de lo que hay en este mundo.
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