Impresionados, resfriados o las dos cosas. Así hemos estado esta semana pasada, diciéndole al prójimo o a nosotros mismos "¡Jesús!", con el ánimo de aliviar pareceres propios y dolencias ajenas. En los bares, en las universidades, el Mercadona y en la peluquería, con el Diez Minutos bajo el secador o el diario El Mundo en la barra, con el cafelito. "¡Jesús!", menuda gripe nos ha llegado de Méjico. No hay manera de pararla, se expande por todos sitios, como si de una noche de tequila y mariachis se tratara. Imparable y cada vez con más agregados. Esto pasa por descuidar a los cerdos, claro. Si se les prestara tanta atención como a los linces y a los bebés en peligro, no pasarían estas cosas. Ya se sabe, del cerdo se aprovecha todo, hasta sus enfermedades. El niño "cero" es una monería y ya ha salido en varios informativos. Digo yo que si tiene cara, será el niño "uno", pero en fin, los medios son los medios. También hemos padecido esta semana la gala "cero" de Operación Triunfo. Eso sí que es una dolencia."¡Jesús!", que menuda se ha liado con la llegada de Carla Bruni a nuestro país acompañada del señor bajito ese que tiene un acento parecido al del cocinero de Ratatuille, la rata cocinera encumbrada por la factoría Disney. De espaldas, la cantante parece ser su propia guitarra, hay que ver qué porte, qué finura. En la foto de los periódicos y en las revistas de papel couché aparece con nuestra Letizia, las dos subiendo las endiabladas escaleras y luciendo palmito como sólo dos republicanas son capaces de lucir, sí señoras. Son estos momentos tan al límite los que hacen que uno puede plantearse la opción de la bisexualidad, tan maltratada en los últimos tiempos. Por qué decantarse por una cuando pueden escogerse a las dos, ¿verdad?La Bruni se ha saltada el protocolo dándole la mano a su marido en los desfiles, la pobre, asustadita que se la veía. Esta sí que tiene tablas, sabe posar, ser la estrella de las cenas de gala y ensombrecer a nuestra doña Z, también una especialista en saltarse las normas. Y a mí que el Presidente de la República Francesa me recuerda a J.J. Santos, el de los deportes de Telecinco. Por supuesto que, comparado con nuestro Felipe, sale perdiendo en tipo y en elegancia.Los medios de comunicación no han dejado de hablar de machismo o catetada, y pueden que tengan razón, pero desde luego los que han convertido esta reunión en un asunto de taberna y plaza pública a la vez han sido ellos mismos, sus comentaristas amarillentos y todas las anarrosas que pululan por las mañanas, queridas amigas. Nosotros somos así, a ver quién ha olvidado los espectáculos televisados de las bodas reales, con gente apostada en la calle no sé cuántas horas antes con abanicos y chillando vivas y guapas. Somos de templos y coronas, lo llevamos en la sangre.La verdad es que para llenar programas y programas con Belén Esteban, prefiero a estas dos consortes subiendo las escaleras, atusándose los cabellos y sonriendo fríamente, para que no se les noten las arrugas., qué quieres te diga. Estos matrimonios con divorciados... Mira que refrescan el panorama.
José María García Linares (04/05/2009)
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