Qué nos gusta celebrar en los colegios o en los
comercios los famosos ‘días de’. Día de la Biblioteca, Día de la mujer
trabajadora, Día del museo, Día del libro, Día de la Tierra, Día de la
Librería, etc. Esto es algo que les pirra a los psicopedagogos en las escuelas
y los institutos, siempre pendientes de la última ficha que corra por internet
o de la penúltima canción que podríamos los profesores enseñarles a los niños.
Nos dan hasta dibujos para colear. Todo un despliegue, vamos. Aquí en España,
por lo menos, todo lo que lleve delante el lema ‘día de’ está enfermo o en las
últimas. Si es el Día contra la violencia de género, cada vez son más las
víctimas; si lo es de la Biblioteca, ahí las tienes muertas del asco; si es de
las librerías, míralas, acosadas por Carrefour, FNAC o La Casa del Libro. Ni te
cuento el Día del Estudiante o el del Docente… A la espera de la extremaunción
o de la eutanasia.
Estos días se celebran, en muchísimos casos, para no
olvidar o para remover conciencias. Una sociedad que necesita dedicar un día a
recordarnos a todos que vivir en sociedad es hacerlo en paz y respetando al
otro es una sociedad casi en fase terminal. De la misma manera, cualquier
formación social que dedica en sus calendarios fechas para reivindicar el papel
de la lectura, el estudio, la memoria histórica, la investigación o la ecología
está en manos de gobiernos dirigidos por mentes utilitaristas e ignorantes que
han olvidado la dimensión humana de los ciudadanos a los que representan. Se celebran
el Día del libro, el Día de la biblioteca o, recientemente, el Día de las
librerías básicamente porque el español medio ya casi no lee libros. A este
paso tendremos que buscarle un hueco al Día del español con trabajo, puesto que
cada vez hay más gente parada.
Luego está, por supuesto, el tufillo que estos días
tienen a mercantilismo. Que los gobiernos socialistas y populares de la
democracia española han descuidado la formación humanística de sus ciudadanos
es un hecho evidente. Que hoy un chaval de 18 años acceda a la universidad sin
saber escribir correctamente y con dificultades para entender lo que lee no es
una maldición bíblica caída del cielo. Suprimir asignaturas como Literatura
española (sin Lengua Castellana) tiene estas cosillas. La solución, sin
embargo, no es promocionar ferias con libros y rosas, por poner un ejemplo, o performances en librerías para frikis de
camisetas negras. Eso se hace cuando la cultura se concibe como mercancía. Y
cuando hablamos de mercancías, hablamos, pues, de una cosa más entre otras
tantas. Por qué no, entonces, el Día de la corbata, o el Día de las medias o el
Día de la chirimoya.
El papel de las librerías (cuyo día se celebró,
lamentablemente, el 25 de noviembre) fue fundamental para consolidar nuestra
democracia. Si hoy hay que reivindicar su día es que algo se está haciendo muy
mal. Confundir el fondo de una buena librería con la web de Amazon, por
ejemplo, es un error lamentable. Así están las cosas, no obstante, y así
seguirán porque lo que hoy interesa no es formar lectores competentes y bien
formados con capacidad de elección, sino consumidores de la última novedad o
del último premio.
José María García Linares (28/11/2011)
1 comentario:
¿Y el día del hombre, varón, caucásico y con trabajo, qué?
Se ve que estamos en auge, ¿no es cierto?
Saludos, Jose.
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