lunes, 14 de noviembre de 2011

LOS PECADOS DE PAQUIRRÍN


Ay, qué razón tenía Jaime Peñafiel cuando, gafas en mano, le decía a la Campos que “Letisia no me guhhta, no me guhhta, María Teresa”. Detrás de estas palabras se escondía más una advertencia general hacia los advenedizos a la Casa Real que a la persona en sí de Letizia Ortiz. Los príncipes y las princesas, le pese a quien le pese, se deben casar con sus iguales. Eso de mezclar la sangre azul con la roja da resultados muy comprometedores. La infanta Elena ya está divorciada. Su hermana Cristina, por ahora, es puro bochorno con la que tiene montada Urdangarín. Y ejemplos en Europa no faltan. Hay que estar preparado y educado no solo para disfrutar y vivir holgadamente, sino para aguantar y cumplir con las responsabilidades que te tocan por tener de suegros a los Borbones.
Y es que la preparación es fundamental. Nada más que hay que mirar la portada de Hola de esta semana para darse cuenta de que, hasta para ser portada, hay que currárselo y trabajar muy duramente. La Pantoja, su Paquirrín “que me lo como entero” y la nuera, felicísima y preñada, anunciando futuro nacimiento y boda. Todos agarrados, sin una arruga, hasta el punto de que no se sabría muy bien quién es la suegra y quién la novia, salvo por la mata de pelo moreno de la primera. Desde pequeñito en las revistas, en los escenarios y en los programas de corazón. Le han pagado 800.000 euros a la pareja por la exclusiva de estos días y por unas pocas más en el futuro. Qué suerte. Menuda caña que le han dado siempre a este muchacho por ser gordo y feuchillo, y ya de mayor, calvo, digámoslo sin pelos en la lengua. Y ahí lo tenemos, hecho un toro, feliz, arrejuntado con una chica guapísima y en primera línea de la parrilla televisiva. Todo el mundo quiere hablar ahora con él, hasta su difunto padre, que fue a verlo al programa de la médium de Telecinco. Y sin estudiar, “pa que veas”, que dirían algunos de mis alumnos.
Paquirrín, hoy Kiko, es de los que pensó siempre que las matemáticas, la filosofía y la literatura eran pecados mortalísimos, y por eso no las estudió, como está pasando en el I.E.S. Rusadir con estos alumnos musulmanes que no estudian música porque la disciplina no es otra cosa que la trompeta de Satán, decía ayer domingo el diario El País. Menos mal que Paquirrín nunca tuvo nada en contra de la canción ligera y mucho menos de la copla. En mi caso viví algo parecido pero con matices, claro. “El de plástica es peor que el diablo”, le decía siempre a mi madre. Mi santísima progenitora, tan responsable, en vez de prohibirme realizar aquellos instrumentos del mal que eran las gamas de colores, prefirió hacérmelas ella. Cuestión de educación, claro. Al parecer estos chicos del Rusadir llevan tiempo (algún curso en otro centro) sin estudiar la asignatura de música debidamente, sin que se hayan tomado las medidas que se tomarían si, en vez de ser alumnos musulmanes, fueran laicos o cristianos, judíos o hindúes. Aquí la patata caliente la tiene la Dirección Provincial y la Inspección, porque ya llevamos dos reportajes en este periódico nacional en donde da la sensación de que hay, presuntamente (vaya a ser que…) dejación de responsabilidades por parte de la administración. Que sepamos, la educación en España es un derecho y, además, una obligación para todos los alumnos, sin distinción de raza, sexo o religión. ¿Por qué estos episodios (sí, minoritarios y puntuales… por ahora) de burkas y flautas diabólicas en un centro español y aconfesional? ¿Qué hubiera pasado si una familia cristiana hubiera dicho exactamente lo mismo y le hubiera prohibido a su hijo estudiar música? Enseguida se hablaría de asuntos sociales, inspecciones, mediadores, orientadores, concejales, directores, etc. ¿Darán las autoridades una explicación seria y rigurosa de lo que está ocurriendo? Quedamos a la espera.

José María García Linares (14/11/2011)