lunes, 20 de abril de 2009

SOÑAR


Los sueños, como la muerte, igualan a los seres humanos. Quizá morir sea soñar eternamente, quién sabe. Volamos, caemos, amamos. Nos vemos a nosotros mismos de niños, a nuestros padres, a los amigos. Volvemos a hablar con aquellos que se marcharon hace muchísimo tiempo, y al despertar, un instante antes de poner los pies en el suelo y de cargarnos a la espalda nuestra vida, tenemos la sensación de que lo posible y lo imposible, al final, son prácticamente la misma cosa. Sonreímos ligeramente, suspiramos y nos vamos directamente a la cocina en busca del café y las tostadas o del kiwi, que el verano está a las puertas. Mientras nos dirigimos al trabajo, a la escuela, a la compra, seguimos soñado con lo que haremos y con lo que hicimos, mezclamos la memoria y el deseo, y vamos tejiendo otro camino paralelo al de nuestros pasos, pero, tal vez, más hermoso, o más trágico, depende de cada uno. Soñamos, luego existimos. Por eso el soñador merece todos los respetos.
“I dreamed a dream” es el tema principal de Fantine en Les Miserables, adaptación musical de la novela homónima de Víctor Hugo. Obligada por el hambre a prostituirse, rememora esa esperanza que la mantuvo viva en su juventud, esa creencia en el amor, en el perdón de Dios. Ahora, tirada en la calle, en el infierno de la pobreza, se siente acechada por las sombras, por esos tigres cuyas voces son como los truenos y que convierten los sueños en vergüenza…
Susan Boyle es una escocesa de 48 años que se ha convertido en un fenómeno televisivo en el Reino Unido y en un reclamo para los internautas. Ha interpretado esa canción en el programa Britains Got Talent (Tienes talento) y ha conseguido poner de pie a todo el público, pese al primer rechazo que produjo nada más subir al escenario. Tanto los asistentes en el patio de butacas como el jurado del programa se mofaron, bien con gestos, bien con palabras y algunos abucheos, de esta señora por el hecho de tener unos cuantos kilos de más, un peinado pasado de moda y el sueño de poder dedicarse profesionalmente al mundo de la canción. Cuando terminó de cantar, maravillosamente, los jueces reconocieron no dar crédito a lo que acababan de ver. Como si para escuchar hiciesen falta los ojos.
La televisión se ha convertido en un cruel espectáculo. La humillación parece necesaria en este tipo de programas, tipo OT o Supermodelo, cuyas audiencias suben y bajan en función del grado de los improperios y vejaciones que sufran los concursantes. Si el cine fabrica los sueños, la televisión los devora, los desgarra, los mastica y los escupe. Entre lágrimas, Boyle reconoce tras el telón que se siente emocionada, fantástica. Veánla en Youtube. Elegante, esperanzada, sencilla, viva, humana, soñando y pisoteando con su sueño a las sanguijuelas, más coloradas que nunca no por la sangre, sino por la vergüenza.
José María García Linares (20/04/2009)