Estoy abatido. Escribo esto en la tarde del domingo,
cuando todavía no se sabe quién va a ganar las elecciones, al menos
oficialmente. Acabo de llegar del colegio electoral después de haber estado
días sopesando si debía de participar. No lo tenía muy claro y sigo sin
tenerlo, pero he vuelto a ver las caras de los candidatos en la tele esta
mañana y me he revuelto. Por mi boca han salido improperios con forma de
serpiente, insultos del color del rayo, alegaciones repletas de asteriscos. He
pensado en los médicos, en los maestros, en la gente parada, en mis alumnos que
ya han terminado sus carreras y no tienen trabajo. He creído necesario actuar
contra el PP y contra el PSOE, contra el bipartidismo, el engaño, la mentira y
la pleitesía hacia los mercados. Contra el discurso huero, las falsas
esperanzas, la ambigüedad, el cinismo y los coches oficiales. No creo que el
voto solucione lo que está ocurriendo. Simplemente me ha parecido la
posibilidad más cívica de expresar mi desasosiego, mi perplejidad y mi rabia.
Es tremenda la expresión “gane quien gane”. Si fuésemos los españoles capaces
de superar esa realidad dividida en dos bandos, esas dos Españas enfrentadas,
ese o conmigo o contra mí, si fuésemos capaces, digo, de levantar la cabeza y
mirar un poco más allá, nos daríamos cuenta de que ni uno ni el otro van a
sacarnos del pozo, de que estamos ante un gravísimo problema estructural que ya
ha tumbado a varios países y de que no solo está enfermo el sistema, sino las
soluciones que se aportan desde el mismo sistema. Seguramente me equivoque,
pero con las cifras de este último fin de semana en la mano, me da la sensación
de que podemos estar ante el Gobierno más efímero de la democracia, gane quien
gane. ¿Aguantará nuestro país lo que no ha podido aguantar ni siquiera Italia?
Ya veremos. Ha sido una campaña electoral lastimosa, horchatera, sin sangre.
Cansada, podríamos decir. Cansados estamos millones de españoles.
Hay un poema de Czestaw Mitosz que no me resisto a
traer aquí. En parte son los culpables de que me haya puesto los zapatos y haya
salido a echar mi voto. Dice así:
De una pequeña semilla de verdad cultiva la planta
de la mentira, / no imites a los que mienten despreciando la realidad. / Que la
mentira sea más lógica que los acontecimientos, / para que los cansados del
viaje encuentren reposo en ella. / Tras un día de mentira, reunámonos en un
círculo selecto, / reiremos, nos golpearemos los muslos cuando alguien recuerde
nuestros actos. / Repartiremos elogios bajo el nombre de perspicaz pensamiento
/ o elogios bajo el nombre de grandeza de talento. / Somos los últimos que del
cinismo saben extraer la alegría. / Los últimos para quienes la malicia no está
lejos de la desesperación. / Ya nace una generación mortalmente seria, / que
tomará literalmente lo que nosotros tomábamos a broma.
Ahí lo dejo, que hoy no puedo más.
José María García Linares (21/11/2011)
1 comentario:
Fantástico. Me aburro d decirte siempre lo mismo,pero no encuentro optro adjetivo mejor. Es , como todos tus escritos, soberbio.
Un abrazo.
Pedro J. Bueno
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