Vengo reventado de las evaluaciones. Cómo estaré que
hasta tengo el fútbol puesto, a ver si me olvido de todo y me vuelvo un poco
salvaje y, en consecuencia, un poco más feliz. Ya me he enterado de que el
curos próximo trabajaré dos horas más, yo que estaba convencido de que con un
poco de suerte acabaríamos disfrutando también nosotros de la semana caribeña,
como el señor Dívar. Qué morro tiene este tipo. Y para más inri, todas las
cenas y bailoteos se los pegaba en Marbella. El tufillo es inconfundible: y tal
y tal; morena, ¿tú meh quiere?; me se enamora el alma, me senamora… La que le
va a caer a don Carlos por doce mil eurillos de mierda. No me extraña que el
gasto fuera tan elevado. A mí me clavaron seis euros por una coronita
calentucha en Puerto Banús, eso sí, en segunda línea de playa.
Ahí va Piqué. Este sí que es bueno. ¿Qué pasará
ahora con el retoño que esperan el futbolista y Shakira? ¿Lo echarán de
Cataluña por inmigrante? ¿Y a Shakira? Menuda patata caliente que tiene el PP
con este tema. Como se empiece a mezclar el acento de la colombiana con la
lengua catalana, esto va a ser insoportable. Fíjate, lector wakawakero, que hay
veces que incluso parece que está cantando en euskera.
A Casillas le molesta el humo, nos está diciendo
Paco González desde Telecinco a cuenta de unas bengalas o algo así. Venga
hombre, si te dijera yo todo lo que a mí me molesta. Por ejemplo, que nos vayan
a volver a bajar los sueldos a los funcionarios. Toda la vida estudiando
(porque yo sí que sigo estudiando) para esto. En fin, debería de haberme
dedicado a jugar al tenis o al fútbol. En breve no me quedará más remedio que
clamar en este medio: ¡Por favor, páguenme aunque sea veinte euros por columna!
Estoy comprando las cervezas en el Lidl. A Mercadona le he cogido coraje, con
ese señorito todo el día diciendo que los españoles trabajan poco, mientras se
está forrando a nuestra costa. Este está encantado de nuestro empobrecimiento
general, porque cuando no llegas, en vez de comprarle el yogur al de siempre, se
lo compras a ellos.
Da gusto ver jugar a estos hombres, dicen los
comentaristas del partido. Hace pocos días se presentó un libro del periodista
Santiago Segurola Héroes de nuestro
tiempo. Ay, la posmodernidad, cómo nos tiene. Somos un país obsesionado con
el deporte. Nuestros hijos acabarán estudiando en la escuela la vida de los
futbolistas. La guerra entre Madrid y Barcelona, en vez de La guerra de las Galias (bueno, esto ya ni se estudia). La peña
todo el día por ahí corriendo, caminando con la lengua fuera y el Ipod
enredado, picándose en los gimnasios, gritando ¡vamos! en los anuncios de
zapatillas deportivas… Queremos tener un cuerpo diez mientras nos conformamos
con un cerebro de 4,75. Y venga a comprar lácteos contra el colesterol, lácteos
para las defensas, lácteos para todo por ese miedo enfermizo a envejeces, a
arrugarse, a engordar, a desfigurarse después de dar a luz. Deporte, deporte y
deporte. Hay más gente comprando en el Decathlon que en Carrefour. Cuanto más
cansado estás, más íntegro eres, mejor persona y más comprometido con tu vida y
con tu entorno. En fin, no sé a santo de qué me preocupo yo de esto,
empobrecido como estoy y desanimado. El que quiera correr que corra, estaría
bueno. Por favor, que alguien me pague.
José María García Linares (19/06/2012)
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