Lo
que me faltaba era llegar del instituto agobiado también por la crisis
económica. Hasta ahora mis almuerzos consistían en verduras, pasta, arroz, un
poco de Los Simpson y grandes dosis de desencanto y frustración intelectuales.
A veces me pitan tanto los oídos que no oigo ni a Belén Esteban, que podría
pasar por una de mis alumnas, por cierto, cuando se me alarga el postre. “So
puta”, le ha dicho hoy un futuro parado de Primero de ESO a una jénifer
pintorrajeada y con el top a punto de reventar. “Mi chichi lo disfruta” ha sido
la respuesta, en mitad de los adjetivos determinativos. Claro, la culpa es mía
por hablar de estas cosas, bien que me lo advirtieron ya hace años. A lo que
voy. Que hoy, además de con este ambiente de convivencia y de conocimiento, me
he encontrado en la sala de profesores con las cantidades exactas de lo que
perderemos con la subida del IRPF. He tenido que comer brócoli nada más, del
disgusto.
Y
encima Rajoy nos sale con que convocar y llevar a cabo una huelga general es injusto
y, además, no ayuda a nadie. Se me queda la boca entreabierta viendo el
informativo, con motas verdes en las paletas y en las muelas y el trocillo de
ajo a medio masticar. Que la gente no llegue a fin de mes, que los negocios
quiebren y que cada vez haya más personas en el paro tampoco es de justicia. A
nadie ayuda tampoco, por ejemplo, la facilidad para el despido con la nueva
reforma laboral y mírala, ahí la tienes, lanzando a los trabajadores en plan
Costa Concordia. Hemos llegado a un punto en el que existe el absoluto
convencimiento por parte de la clase política de que el trabajador es
subnormal, de que es un ser iletrado, inculto y poco crítico al que sólo le
preocupa poder ir los sábados a comprarse una camisetilla de 6’50 al Zara y
rematar la tarde con una hamburguesa a un euro. Sólo hace falta ver la excusa
esgrimida para que pararan las movilizaciones de los estudiantes en Valencia y
Barcelona: “Oiga, que se va a dar muy mala imagen de España”. Y tan campantes.
¿Injusta una huelga? Injusto lo que están haciendo estos salvadores de la
patria que llegaban nada menos que de la galaxia de la razón absoluta y de lo
bien hecho, como Dios manda, y a quienes no les deja de aumentar el paro. A ti,
andaluz / a con doctorado y máster en ciencias políticas, que hablas dos
idiomas y que no tienes curro, a ti te van a poner a realizar trabajos de
voluntariado, que en ese preciso momento dejarán de llamarse así, puesto que
serán obligatorios, para el bienestar de tu comunidad y el tuyo propio. Mira,
qué manera de ahorrar. Para qué contratar a un jardinero con sueldo y seguridad
social si un pringao (o una pringá) de éstos (o éstas) puede hacer lo mismo y sin cobrar.
Son
28.000 millones los que hay que recortar. Nos dicen las CCAA que no saben en
qué otras partidas meter la tijera. Aquí hay unas cuantas. ¿Qué asesores y qué
economistas son los que aconsejan a los gobiernos? Existen alternativas. No es
verdad que haya que recortar los servicios básicos. Se puede optar por otras
medidas como las que aquí dejo, de Juan Ramón Rallo (http://www.libremercado.com/2012-01-02/juan-ramon-rallo-el-recorte-que-deberia-haber-aprobado-rajoy-62621).
Manda narices. Ahora se me está repitiendo el brócoli.
José María García Linares (06/03/2012)
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